Hoy
me han hecho una pregunta relacionada con la actividad política de los partidos
kurdos en la Región del Kurdistán iraquí y su influencia en la evolución de la
guerra que están desarrollando contra los criminales del Estado Islámico –
antes Ejército Islámico de Iraq y Levante -. Las discrepancias parecen
percibirse como un obstáculo muy importante para afrontar un problema de esta
envergadura y lo cierto es que cualquier división o disensión en un momento
como el actual no es nada recomendable. Los kurdos de la región autónoma de
Iraq lo saben mejor que nadie.
El enfrentamiento
entre el PDK – Partido Democrático del Kurdistán – dirigido por el líder tribal
Barzani y la UPK – Unión Patriótica del Kurdistán – encabezada por Yalal
Talabani se saldó con decenas de miles de muertos y el
debilitamiento de la lucha kurda en el marco estatal de Iraq. La guerra civil
de la década de los noventa sólo pudo ser solventada con un acuerdo y la
duplicidad de organismos y cargos en la Región del Kurdistán. De la guerra se
ha evolucionado al pactismo bipartidista, ahora contestado por otras opciones
políticas como el partido Gorran. Obviamente, el GRK tiene un largo recorrido
político que hacer hasta que su democracia lo sea en todos los sentidos. Hasta hace unos meses estas disfunciones y consiguientes
enfrentamientos dialécticos eran lo habitual, pero, ahora, se ha impuesto la necesidad de aunar esfuerzos para evitar que, lo que tanto les ha costado
edificar a los kurdos, pueda verse derribado por las hordas bárbaras del
terrorismo islamista del EI. Una unión más allá del contexto iraquí que ha
sorprendido a muchos.
Desde occidente
se observa con incredulidad que los veteranos guerrilleros de un grupo
calificado como terrorista, el PKK – Partido de los trabajadores Kurdos –, se
encuentren desplegados por el territorio kurdo iraquí y la zona de combate
contra los salvajes del Estado Islámico. Más sorprendente resulta saber que, la
inteligencia del Gobierno Regional del Kurdistán y la de otros países que están
colaborando en la zona, trabajan mano a mano con el PKK. ¿Cómo es posible?
Las
tropas del PKK llevan luchando contra el ejército turco desde la década de los
ochenta cuando esta organización, fundada por el mítico Abdullah Oçalan en
1978, fue ilegalizada por defender los derechos de los kurdos. Como miembro de
la OTAN, Turquía consiguió que el PKK fuera calificado como grupo terrorista y
así es considerado, al menos en los papeles, por la Comunidad Internacional.
¿Cuál es la realidad? Como siempre, difícil de determinar.
Para la gran
mayoría de los kurdos que habitan la Península de Anatolia son un grupo
revolucionario que lucha por el reconocimiento de la realidad kurda y sus
derechos. La opinión de los kurdos de Iraq y Siria, se debate entre el respeto
y la admiración por su lucha armada de más de tres décadas, algo parecido a lo
que el PDK y la UPK hicieron en Iraq y el rechazo a algunas de
sus actuaciones más brutales. Las discrepancias, sin embargo, son más de índole
ideológica que de reivindicación nacionalista, ya que tanto el PKK como el PDK
y la UPK reclaman lo mismo: el derecho a la autodeterminación de los kurdos.
El PKK turco
siempre ha sentido más afinidad con la UPK, por ser ambos de izquierdas, que
con el tradicional PDK. Así, el que el despegue económico del Kurdistán iraquí, gracias a la explotación de sus recursos petrolíferos, propiciara que Turquía dejara a un lado su prevención para convertirse o, al
menos, intentara ser, su mejor socio de negocios, ha irritado mucho al PKK. Pero, como suele decirse, “business is business” y
Barzani, aceptó el acercamiento de Erdogan a pesar del enfado de los kurdos de
Turquía.
Así las cosas,
la irrupción sanguinaria del EI ha cambiado las tornas de las alianzas que,
hasta ahora, primaban en el Kurdistán. La prioridad absoluta es frenar el
avance del Estado Islámico y dar cobijo y apoyo a los millones de refugiados,
por eso, el PKK, en plena forma por su continua lucha contra el ejército turco
y la YPG, también experimentada tras tres años de Guerra Civil en Siria, se han
aliado con los más bisoños peshmergas iraquíes. Y digo bisoños porque la nueva
generación está preparada para garantizar el orden y la seguridad de una región
pacífica pero no para la guerra como lo estaban sus padres y abuelos, bregados en
la lucha desde la década de los veinte del siglo pasado. Los peshmerga son
valientes y decididos pero carecen de la experiencia sobre el terreno que tienen el PKK y la YPG. La cooperación no puede ser más necesaria.
Obviamente, lo
que la situación sobre el terreno ha forzado no es bien visto desde las
poltronas políticas. Muchos se preguntan cuál será el peaje que el Gobierno Regional
del Kurdistán tendrá que pagar por esta cooperación y, si realmente, hay que
luchar más allá de las fronteras de la autonomía. La respuesta está en las
terribles imágenes de los kurdos yezidíes huyendo por las áridas montañas de
Sinyar. Cualquier esfuerzo que se haga para proteger a aquellos que son
amenazados de muerte por fanáticos radicales es poco. Los kurdos saben que ayer
fueron los cristianos de Mosul, hoy los yezidíes de Sinyar y que mañana pueden
ser ellos otra vez sino lo evitan. No hay disensión política que valga ante
eso.
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