IRAQ 2013, DIEZ AÑOS DESPUÉS DE
Diez años,
diez años ya, han transcurrido desde que la “coalición” internacional invadiera
Iraq con las excusas más peregrinas que uno se puede imaginar. Una década desde
que asistimos, con estupor e indignación, con dolor e impotencia al bombardeo
masivo de un país cuyo único pecado fue el de no ser capaz de librarse por si
mismo de un dictador, la misma lacra que tantos y tantos países han sufrido,
España incluida.
La
realidad es que la invasión de 2003 tuvo lugar para rematar el trabajo
inconcluso del padre del presidente estadounidense de aquel momento George W.
Bush y saldar una cuenta personal con el irreductible y provocador Saddam
Hussein. Si tras la Guerra
del Golfo de 1991, las tropas internacionales hubieran continuado su camino
hasta la capital iraquí y hubieran derrocado a Saddam Hussein, la sangría no
habría alcanzado el nivel de la de doce años después, el pueblo no habría
sufrido la lenta agonía del embargo internacional y el recrudecimiento de la
tiranía, los kurdos del norte y los chiítas del sur no habrían padecido las
durísimas represalias del carnicero de Baghdad y el país no habría sido pasto
de la lucha sectaria y los ataques del terrorismo de una Al Qaeda todavía en
pañales.
de remate de este artículo, en 111.827 los muertos iraquíes ocasionados por la invasión. Una cifra muy conservadora debida al riguroso sistema de recuento en el que se exige al menos dos comprobaciones diferentes y fidedignas sobre cada fallecido. La realidad es que los muertos, son, por lo menos 12.000 más. Según
La “Iraqi
Orphan Foundation”[3] estima
que hay unos tres millones de huérfanos, UNICEF[4]
los reduce a 800.000. Miles de niños vagan por las calles y son pasto de todo
tipo de abusos. Desamparados porque el gobierno iraquí, sumido en su propia
guerra de Taifas, es incapaz de brindarles la atención y la protección que se
merecen.
Las cifras de
viudas oscilan entre el millón y los dos millones, aunque se sabe que el 59%
perdió a su marido a partir de 2003. Todavía no hay estudios rigurosos sobre el
número de enfermos mentales o personas con desórdenes emocionales aunque los análisis
parciales hablan de, al menos, un 25% de la población seriamente afectada. Las
estadísticas sobre la incidencia del cáncer son también parciales pero, por
ejemplo, y sólo teniendo en cuenta los hospitales públicos – un 50% de los
existentes – si en 1991 había 40 enfermos de cáncer por cada 100.000
habitantes, en 1995 ya eran 800 por cada 100.000 y en 2005 alcanzaban a los
1.600 sólo en el sur del país.
El
desmantelamiento del sistema de seguridad tras la invasión de 2003 provocó un
caos social y civil que todavía no se ha podido solucionar. La ausencia de
fuerzas de seguridad autóctonas, conocedoras del país y el terreno, permitió la
entrada de miles de terroristas de todas las tendencias. Las largas décadas de
dominación de la minoría sunnita facilitó la revancha de los chiítas, sumiendo
al país en una guerra sectaria, en donde las diferentes facciones religiosas
tenían también diferentes tendencias enfrentadas unas contra otras. Pese a las
fuertes sumas invertidas en blindar las ciudades y formar a policías y
soldados, la inseguridad sigue siendo el mayor problema de los iraquíes. Por
mencionar sólo una cifra, tras los atentados de ayer, los civiles asesinados en
el mes de marzo de 2013 ascienden a 213.
Pese a ser uno
de los países con más recursos petroleros del mundo, el suministro de
carburantes y electricidad es casi nulo, el acceso a agua potable escaso y el
sistema de alcantarillado nefasto. De los 176 países registrados por Transparencia
Internacional[5], Iraq
ocupa el puesto número 169, es decir, es uno de los estados más corruptos del
mundo.
En definitiva,
Iraq en 2003 vivía sumido en la oscuridad de la dictadura, el nepotismo y la
pobreza derivada de un largo embargo, en 2013 sobrevive en la deslumbrante
claridad de una democracia teórica, donde la corrupción alcanza cotas épicas,
encastillado en insuficientes medidas de seguridad y sacudido por atentados
continuos y ausencia de servicios. Pese a todo, los iraquíes siguen luchando
por recuperar la normalidad, una normalidad cercenada y heroica en un entorno
hostil.
Enhorabuena por el Blog, Yashmina y gracias por hacernos partícipes de lo que sabes o de lo que tienes interés en saber, investigas y compartes.
ResponderEliminarEsos datos que aparecen en tu artículo me producen una gran tristeza, la verdad, espero que algún día Irak consiga convivir en calma, creo que su gente se lo merece.