miércoles, 20 de marzo de 2013


IRAQ 2013, DIEZ AÑOS DESPUÉS DE LA INVASIÓN.


Diez años, diez años ya, han transcurrido desde que la “coalición” internacional invadiera Iraq con las excusas más peregrinas que uno se puede imaginar. Una década desde que asistimos, con estupor e indignación, con dolor e impotencia al bombardeo masivo de un país cuyo único pecado fue el de no ser capaz de librarse por si mismo de un dictador, la misma lacra que tantos y tantos países han sufrido, España incluida.

            La realidad es que la invasión de 2003 tuvo lugar para rematar el trabajo inconcluso del padre del presidente estadounidense de aquel momento George W. Bush y saldar una cuenta personal con el irreductible y provocador Saddam Hussein. Si tras la Guerra del Golfo de 1991, las tropas internacionales hubieran continuado su camino hasta la capital iraquí y hubieran derrocado a Saddam Hussein, la sangría no habría alcanzado el nivel de la de doce años después, el pueblo no habría sufrido la lenta agonía del embargo internacional y el recrudecimiento de la tiranía, los kurdos del norte y los chiítas del sur no habrían padecido las durísimas represalias del carnicero de Baghdad y el país no habría sido pasto de la lucha sectaria y los ataques del terrorismo de una Al Qaeda todavía en pañales.

            La ONG “Iraqi body count”[1] estima, a fecha 
de remate de este artículo, en 111.827 los muertos iraquíes ocasionados por la invasión. Una cifra muy conservadora debida al riguroso sistema de recuento en el que se exige al menos dos comprobaciones diferentes y fidedignas sobre cada fallecido. La realidad es que los muertos, son, por lo menos 12.000 más. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados[2], los desplazados iraquíes dentro del país ascienden a más de 1.300.000 personas, mientras los que están en los estados vecinos ascienden a más de 1.400.000. La guerra civil en Siria, país donde se encontraban un millón de iraquíes refugiados, ha atrapado a estos civiles sin recursos que ni pueden permanecer en el país de acogida ni regresar a Iraq, agravando la crisis humanitaria ya existente y sobre la que poco o nada se habla.

La “Iraqi Orphan Foundation”[3] estima que hay unos tres millones de huérfanos, UNICEF[4] los reduce a 800.000. Miles de niños vagan por las calles y son pasto de todo tipo de abusos. Desamparados porque el gobierno iraquí, sumido en su propia guerra de Taifas, es incapaz de brindarles la atención y la protección que se merecen.

Las cifras de viudas oscilan entre el millón y los dos millones, aunque se sabe que el 59% perdió a su marido a partir de 2003. Todavía no hay estudios rigurosos sobre el número de enfermos mentales o personas con desórdenes emocionales aunque los análisis parciales hablan de, al menos, un 25% de la población seriamente afectada. Las estadísticas sobre la incidencia del cáncer son también parciales pero, por ejemplo, y sólo teniendo en cuenta los hospitales públicos – un 50% de los existentes – si en 1991 había 40 enfermos de cáncer por cada 100.000 habitantes, en 1995 ya eran 800 por cada 100.000 y en 2005 alcanzaban a los 1.600 sólo en el sur del país.

El desmantelamiento del sistema de seguridad tras la invasión de 2003 provocó un caos social y civil que todavía no se ha podido solucionar. La ausencia de fuerzas de seguridad autóctonas, conocedoras del país y el terreno, permitió la entrada de miles de terroristas de todas las tendencias. Las largas décadas de dominación de la minoría sunnita facilitó la revancha de los chiítas, sumiendo al país en una guerra sectaria, en donde las diferentes facciones religiosas tenían también diferentes tendencias enfrentadas unas contra otras. Pese a las fuertes sumas invertidas en blindar las ciudades y formar a policías y soldados, la inseguridad sigue siendo el mayor problema de los iraquíes. Por mencionar sólo una cifra, tras los atentados de ayer, los civiles asesinados en el mes de marzo de 2013 ascienden a 213.

Pese a ser uno de los países con más recursos petroleros del mundo, el suministro de carburantes y electricidad es casi nulo, el acceso a agua potable escaso y el sistema de alcantarillado nefasto. De los 176 países registrados por Transparencia Internacional[5], Iraq ocupa el puesto número 169, es decir, es uno de los estados más corruptos del mundo.

En definitiva, Iraq en 2003 vivía sumido en la oscuridad de la dictadura, el nepotismo y la pobreza derivada de un largo embargo, en 2013 sobrevive en la deslumbrante claridad de una democracia teórica, donde la corrupción alcanza cotas épicas, encastillado en insuficientes medidas de seguridad y sacudido por atentados continuos y ausencia de servicios. Pese a todo, los iraquíes siguen luchando por recuperar la normalidad, una normalidad cercenada y heroica en un entorno hostil.





[1] http://www.iraqbodycount.org/
[2] http://www.unhcr.org/pages/49e486426.html
[3] http://www.iraqiorphanfoundation.com/
[4] http://sicfiraq.org/
[5] http://www.transparency.org/country

1 comentario:

  1. Enhorabuena por el Blog, Yashmina y gracias por hacernos partícipes de lo que sabes o de lo que tienes interés en saber, investigas y compartes.

    Esos datos que aparecen en tu artículo me producen una gran tristeza, la verdad, espero que algún día Irak consiga convivir en calma, creo que su gente se lo merece.

    ResponderEliminar