NEWROZ 2013, ¿EL INICIO DE LA
PAZ PARA LOS KURDOS EN TURQUÍA?
La lectura ayer, en la mayor plaza de
Diyarbakir, la capital del Kurdistán turco, de la declaración del líder kurdo
Oçalan, en prisión desde 1999, pidiendo un alto al fuego y el destierro
voluntario de los guerrilleros a Iraq y el anuncio del gobierno turco de su
aceptación, es entendida como el inicio del fin del conflicto kurdo –
turco. Me gustaría creer que así puede ser pero, francamente, me cuesta
darle un voto de confianza al gobierno de Ergodan, como me costaría dárselo a
cualquier otro. La historia de las relaciones entre turcos y kurdos está
jalonada de traiciones de los primeros y falta de acuerdo entre los segundos.
La construcción del estado turco sobre
las cenizas del derrotado Imperio Otomano se llevó a sangre y fuego bajo el
liderazgo de Kemal Ataturk (1881 – 1938), para quien sólo cabía una nación
turca integrada por turcos. Ello supuso que, el primer acuerdo de paz tras la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Sèvres de 1920,
en cuyo articulado se reconocía el derecho a la autodeterminación de los
kurdos, fuera abolido por el de Laussane de 1923 en el que sólo se hablaba de
la nueva nación turca y sus fronteras.
Pero, la negación de la identidad kurda
como una realidad diferenciada de más del 20% de la población de Turquía, venía
de antes. De 1916 a 1918, bajo el gobierno de los “Jóvenes turcos”, se
llevó a cabo una campaña de deportación, durante la cual, se calcula que,
entre 700.000 y 1.000.000 de kurdos que habitaban la zona de Diyarbakir, Van y
alrededores fueron trasladados a la fuerza al este del país. Más de la mitad de
los deportados perecieron en el camino debido al frío, el hambre y las
enfermedades.
Tras el paréntesis provocado por el fin de la Primera Guerra Mundial y las diversas guerras de
consolidación del nuevo estado turco, tuvieron lugar otras dos campañas,
durante las cuales se estima que, se deportaron entre un millón y medio y tres
millones de kurdos más. Las deportaciones finalizarían con las primeras
elecciones democráticas de 1950.
Para evitar que éstas se dieran a conocer
así como, las masacres tras las revueltas de Koçiri en 1920, de Sheij Said en
1925, de Ararat de 1927 a 1930 y de Dersim de 1927 a 1938, y las demás medidas represivas, se
impidió el acceso a cualquier extranjero a la zona kurda de Turquía hasta
mediados del siglo XX. A partir de entonces, se abandonaron las prácticas de
exterminio pero el trato discriminatorio y vejatorio continuó.
En 1978, Abdullah Oçalan fundó el Partido
de los Trabajadores del Kurdistán, más conocido como PKK, para reivindicar de
manera pacífica los derechos de los kurdos. El golpe militar de 1980 en
Turquía, la persecución de los líderes del PKK y un recrudecimiento del
hostigamiento a los kurdos por parte de los militares, en ese momento en el
poder, provocaría la transformación del PKK en una guerrilla capaz de captar a
los más humildes y oprimidos de los kurdos de Turquía. Como consecuencia del
enfrentamiento entre el ejército turco y los guerrilleros kurdos, se estima que, entre 1984 y 2013, han
muerto, unas 48.000 personas.
El rechazo de los turcos a reconocer la
identidad diferenciada de los kurdos, la prohibición, hasta hace poco, del uso
de su lengua, las políticas de represión y “turquificación”, impidiendo el
desarrollo económico, la negativa a reconocer el genocidio kurdo junto con la
sistemática violación de sus derechos humanos han sido el principal obstáculo
para la consideración de la entrada de Turquía en la UE , uno de las obsesiones de los sucesivos
Primeros Ministros turcos. Erdogan aspira, además, a ser el líder de Oriente Próximo
y sólo lo conseguirá pacificando y reconociendo el Kurdistán. Que sea capaz de
lograrlo sin un levantamiento militar sólo el tiempo lo dirá.
Mucho me temo que el gobierno de Erdogan no va a reconocer así como así un estado kurdo, a pesar de que esto le haría sumar puntos, sobre todo, para poder liderar Oriente Próximo. Ojalá me equivoque pero viendo el resto de conflictos en el mundo, sobre todo el palestino-israelí, que no tienen fin no me siento especialmente esperanzada.
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