miércoles, 18 de junio de 2014

VIOLACIONES EN GRUPO, LA VERGÜENZA DE UNA NACIÓN.

Soy mujer y, obviamente no puedo sentir lo que siente un hombre, ni pensar lo que piensa, ni actuar como actúa, pero, supongo, espero y quiero creer que todo ser humano, al margen de su género, religión, edad, estrato social y nacionalidad tiene sentimientos, principios y valores morales. Porque los principios, los valores y el respeto a las leyes son lo que nos permite vivir en sociedad, colaborar con los otros, avanzar y desarrollarnos tanto de manera individual como colectiva.
Sin embargo, confieso mi curiosidad, nada morbosa sino total y absolutamente indignada, por saber si por la cabeza de un hombre que viola a una mujer pasa algo más que el deseo físico, la satisfacción instantánea, el instinto básico de posesión y el ansia de dañar a otro. Tampoco niego mi interés por entender qué placer conlleva realizar violaciones en grupo y, después rematar la faena colgando a la víctima de un árbol o tirándola desde un autobús en marcha. Me gustaría saber si cometidos estos crímenes tan execrables los canallas pueden regresar a sus hogares con toda tranquilidad, besar a sus madres, dar un abrazo a sus hermanas e hijas o mirar a los ojos a sus mujeres. También me intriga saber si se les ha pasado, en algún momento por la mente, que sus madres, hermanas, mujeres, hijas, etc. también podrían ser víctimas de una vejación tan horrible a manos de otros. Y este afán de conocer simplemente descansa en mi voluntad de entender qué tipo de satisfacción se puede obtener poseyendo a una persona indefensa, en contra de su voluntad y utilizando la violencia.
            Históricamente, se ha argumentado que las violaciones llevadas a cabo por los soldados durante las guerras, además de aliviar la tensión física de las tropas, algo que resulta sumamente importante para mantener alto el espíritu combativo, supongo, era un arma de guerra, un método más para humillar al enemigo, mancillando su honor, doblegando a la parte más débil de la población y colaborando a la limpieza étnica plantando “su semilla en el huerto ajeno”. La toma de prisioneras para ser utilizadas como esclavas sexuales resultaba un eslabón más en este tipo de penalidad, al mantener a las mujeres vejadas durante largo tiempo. Sin embargo, no puedo comprender que se identifique una agresión a la dignidad de la mujer como un instrumento más para infligir daño al enemigo. Una violación es un crimen, un delito, una forma de cosificar a la mujer como botín, como objeto de usar y tirar, como ejercicio del poder sobre el otro…
            Algunos estudiosos, sobre todo, en relación a los enfrentamientos armados más descarnados que han tenido lugar en el continente africano, argumentan que los mandos alientan a las tropas a violar a toda cuanta mujer, niña, niño e incluso hombre se cruza por su camino para deshumanizar a los soldados, convirtiéndoles así en brutales instrumentos de muerte y destrucción. Quien no siente ni temor, ni compasión, se convierte en una máquina de matar. Pero, esta demostración de la pérdida de valores morales y humanos en entornos bélicos, agrava aún más la calificación criminal de un acto más que condenable y perseguible se siga produciendo en momentos de total normalidad civil.
            Sin justificar ni aceptar esta realidad, me pregunto cuál es al argumento que hay detrás de las violaciones en masa que cada vez se producen con más frecuencia en la India. Y no es que el fenómeno de la violación a la mujer en ese país sea algo novedoso, ni mucho menos. Baste citar algunos datos extraídos de las páginas oficiales del gobierno[1]. El porcentaje de incremento de los delitos sexuales contra las mujeres pasó del 8,9% en 2008 al 9,4% en 2012. Las mujeres violadas y, aquí, un dato escalofriante, en un 98,2% de los casos conocían a sus agresores previamente. En 2012, se denunciaron en toda la India, 24.470 casos de violación, lo que no quiere decir que fueran todos los cometidos. De hecho unas cifras tan bajas sólo se justifican por una reducción forzada y artificial. Algunas ONG’s estiman que las cifras reales son entre 50 y 200 veces superiores a las que aparecen en los datos oficiales. Sorprende también que, en 2012 sólo un 15% de las denuncias acabaran en los tribunales y que, de éstas, sólo el 24,2% lograra una condena para los culpables[2].
            Uno de los casos más recientes que han trascendido a la opinión pública internacional y que han revuelto más las entrañas de todo ser humano decente fue el secuestro de dos primas adolescentes de 14 y 16 años de edad, violadas en grupo y colgadas en un árbol. No quiero ni imaginarme el dolor y el miedo que habrán pasado las infelices víctimas ni la impotencia e indignación de su familia. La policía sólo comenzó a investigar en serio el caso cuando el clamor popular les acusó de no poner interés porque las jóvenes pertenecían a la casta menos valorada de la India.
            Además de un serio problema político y policial que requiere medidas eficaces  y decididas para perseguir y condenar rápida y ejemplarmente a los culpables, es preciso que la sociedad india denoste este tipo de comportamientos. Obviamente, afrontar la violación como una cuestión que afecta a todos los estamentos y a todos los sectores de la sociedad no es fácil cuando el machismo sigue imperando. Pero, la reclamación y condena constante de la sociedad puede y debe mejorar tanto la importancia que los políticos otorguen al problema, el interés que ponga la policía en investigar los casos  y la justicia en aplicar condenas ejemplares así como alentar a las mujeres para que denuncien. La mujer violada no debe sentir vergüenza ni su familia tampoco, quienes deben avergonzarse son los violadores, por cometer el crimen y la sociedad por no apoyar, proteger y cuidar a las víctimas. La vergüenza de una nación no sólo es que las violaciones en grupo se hayan convertido en un deporte nacional, la vergüenza es que además de no ser capaces de impedirlas que el problema siga creciendo y creciendo y que las instituciones sean tan ineficaces. Nuestra es la obligación de aportar un granito de arena presionando también para que se denuncie, para que los casos no caigan en el olvido y se haga justicia.






[1] http://ncrb.nic.in/
[2] http://policy-practice.oxfam.org.uk/blog/2013/11/violence-against-women-in-india

1 comentario:

  1. Escalofriantes datos que demuestran que gastando menos de la mitad de lo que se gasta en armamento y destinado ese recurso a concienciar cabezas, enseñar principios y valores y repudiar conductas que no llegan ni a nivel 'animal', conseguiríamos tanto bueno.
    Con dos ovarios se escribe algo así Yashmina. Enhorabuena!

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