Oriente Próximo en la actualidad. |
Cien
años han pasado y seguimos hablando de ella con una mezcla de estupor y
reverencia. Cien años en los que la humanidad ha progresado tanto en todos los
campos como inalterables han permanecido nuestras atávicas maldades y virtudes. Cien años en los que, a pesar de toda la tecnología, todos los medios
y el empequeñecimiento de nuestro planeta no hemos sido capaces de aprender que
guerreando no se consigue solucionar los problemas y que la igualdad, la
justicia social y el derecho son la mejor garantía para la paz.
Y
es que, ahora que Europa conmemora, con vergüenza y dolor, el inicio de la
Primera Guerra Mundial, y se sacude, una vez más, los fantasmas de tantos
errores cometidos, al otro lado de nuestra puerta oriental, está en marcha una
reproducción en pequeño, pero no por ello, menos terrible. La guerra civil de Ucrania
con el trasfondo de la vieja lucha entre dos formas de ver Europa, sólo
demuestra lo fácil que es encender la mecha y lo difícil que es apagar el
incendio.
La
Primera Guerra Mundial, fue quizás la consecuencia más dramática de los cambios
que se estaban produciendo en las sociedades europeas, la lucha entre dos
formas de ver el mundo, entre un deseo de avance y expansión y otro de
mantenimiento del viejo “status quo”. Pero, lo cierto es que tras cuatro largos
años de lucha en las trincheras embarradas de Europa, de pelea contra la
primera pandemia del siglo, la llamada “gripe europea”, de utilización de
nuevos y letales instrumentos militares como las armas químicas, los primeros
blindados y la aviación, de devastación y ruina de toda Europa, no sólo no se
solucionaron los problemas de fondo de los países enfrentados – como se
demostró con la Segunda Guerra Mundial - sino que se determinó de manera tan
ciega y absurda el devenir de otros territorios extra - europeos que, hoy nos
encontramos, aunque a muchos les dé miedo decirlo, al borde de la Tercera
Guerra Mundial.
Y
es que, el mapa de Oriente Próximo, trazado en el Tratado de Sèvres de 1920 y
sellado con el Tratado de Lausana de 1923, se resquebraja, sobre todo, en los
dos países que constituyeron junto a Egipto, durante décadas, los bastiones del
nacionalismo árabe y la esperanza de la modernización de esta región, a saber,
Siria e Iraq. Resulta, cuando menos, curioso, ver cómo, dos estados que
intentaron unir sus destinos bajo el paraguas de un mismo partido, el Baaz, y
que, incluso hicieron el amago de fundirse en la llamada República Árabe Unida
con Egipto, hoy vean su territorio invadido por el cáncer del terrorismo
yihadista y la división étnica.
Oriente próximo, como puede quedar. |
La
página web “I am Syria” establece en 170.000 personas, la víctimas de la guerra
contra el ejército de Bashar al Asad, de las cuales, 9.000 son niños[1].
El Oxford Research Group, en su informe “Stolen Future” – Futuro Robado -
incrementó el número de niños muertos a 11.420 en agosto de 2013[2].
Las Naciones Unidas ha dejado de presentar balances desde enero de 2014 por la
imposibilidad material de hacer un recuento en el país. El “Syrian Observatory for Human Rights” – El Observatorio
Sirio de los derechos humanos – afirma que el número de muertos puede ser mucho
mayor puesto que ambos bandos intentan ocultar las cifras[3].
En cualquier caso, se estima que, al menos, un tercio, de las más de 170.000
víctimas son civiles. En julio, sólo en dos días, murieron 700 personas en los enfrentamientos
entre el ejército sirio y los combatientes del Ejército Islámico de Iraq y
Levante, ahora, Estado Islámico, - EI - en la ciudad de Homs. ACNUR – La agencia
de las Naciones Unidas para los Refugiados – calcula que, más de 2,6 millones
de personas han buscado asilo fuera de Siria y otros 6 millones se han
desplazado en el interior del país.
Melek Taus, uno de los ángeles a los que adoran los Yezidis |
¿Y
qué decir del enfrentamiento entre Israel y Palestina? Dos pueblos condenados a
entenderse si quieren sobrevivir, enzarzados en una guerra desde hace seis décadas
sin solución de continuidad y donde, de manera cíclica, se recrudece el
conflicto con un triste balance de muertos.
El
mapa de Oriente Próximo trazado según los intereses británicos y franceses y
perfeccionado con los de Turquía tras su refundación como estado moderno de la
mano de Ataturk en 1923, nunca ha tenido sentido para los árabes, kurdos,
asirios, turcomanos, musulmanes sunnitas, chiítas, alawitas, caldeos,
nestorianos, armenios, yazidis y demás etnias y confesiones que los habitaban.
Una mezcla explosiva a la que, además de la diversidad ideológica y, por lo
tanto, de partidos, ahora se ha añadido la lucha por ejercer la mayor
influencia en la región en función del respaldo económico que se tenga, así,
mientras Arabia Saudita, Qatar y Turquía se pelean por liderar a los sunnitas,
el milenario enfrentamiento entre sunnitas y chíitas se dirime en el campo del
yihadismo de unos y otros: Hamás, Hezbollah, Al Qaeda, el Estado Islámico,
Ansar al Islam, etc.
¿Quién ha establecido
que cualquier nueva contienda de envergadura tenga que desarrollarse en Europa
o que sea occidental? Hoy el frente está más al sur. La nueva gran guerra lleva
gestándose desde hace décadas en Oriente Próximo y si no se toman medidas y se
actúa de manera eficaz, aunque ello implique reconfigurar la región, algo
improbable a la vista del poco interés internacional, es cuestión de poco
tiempo que se extienda hasta convertirse en la Tercera Guerra Mundial. Y,
entonces, una vez más, será demasiado tarde.
[1] http://www.iamsyria.org/daily-death-count.html
[2] http://www.everycasualty.org/downloads/reports/Stolen-Futures.pdf
[3] http://www.iamsyria.org/daily-death-count.html
[4] http://www.internal-displacement.org/middle-east-and-north-africa/iraq/figures-analysis
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