En rojo, zona bajo control Huti. Fuente: Wikipedia. |
Mientras
la atención internacional tiene su mirada puesta en lo que sucede en el campo
de batalla de Ucrania y en las mesas de negociación europeas, a la espera de
que fracase el nuevo alto al fuego entre los fieles al gobierno de Kiev y los
rebeldes pro-rusos así como, en el intento del ejecutivo griego por derribar el
muro de intransigencia de los que dirigen la política económica del viejo
continente, kilómetros al sur tiene lugar un drama que apenas ha suscitado otro
interés que un par de líneas en los medios de comunicación. Unas líneas
referidas no al conflicto en sí, sino a las consecuencias que tienen para los
occidentales, es decir, el desalojo de las delegaciones diplomáticas en Saná,
la capital del Yemen.
Y es que concentrados en la lucha contra el terrorismo
islamista, en la elaboración de una estrategia de actuación contra Daesh en
Iraq y Siria y, en cómo afrontar, la grave crisis migratoria que inunda el
Mediterráneo de emigrantes desesperados, lo que sucede en un trozo desértico
del sur de la Península Arábiga, con escaso interés, más allá de su posición
estratégica en la cabeza del Golfo de Adén y, sobre todo, por ser lugar de
asentamiento de varias bases de Al Qaeda, a la Comunidad Internacional no se le
pierde gran cosa en Yemen, la antigua Hadramout. O, al menos, eso es lo que se
trasluce de los hechos.
Desde que el último levantamiento Huti o Houthi[1] arrancó
en agosto de 2014, aprovechando la reducción de los subsidios al combustible
para convocar protestas contra el gobierno, hasta su culminación con la entrada
de éstos en la capital Saná, gracias a la ayuda de los militares leales al
anterior presidente Ali Abdullah Saleh[2],
hasta el golpe de estado de mediados del mes de enero, sólo los medios del
mundo árabe cubrieron la información dándole la relevancia que le corresponde.
Los
Hutis pertenecen a la rama Zaidi del Islam chiíta, una secta presente, casi de
manera exclusiva, en Yemen. Afirman que sus acciones son para luchar contra la
expansión del salafismo en Yemen y por la defensa de su comunidad frente a la
discriminación generalizada que sufren desde el gobierno central. Los Hutis colaboraron
con la Revolución Yemení de 2011 y formaron parte de la Conferencia Nacional
para el Diálogo pero, al mismo tiempo, aprovecharon la inestabilidad del país
para ir haciéndose con territorio. Así, se apoderaron de su gobernación de
origen, Saada y después las vecinas Jawf y Hajjah.
Mientras
en las altas esferas políticas se negociaba la salida con inmunidad total del
dictador Saleh y sus más directos colaboradores y se establecía un período de
transición, los Hutis del norte iban ganando terreno de manera constante. El nuevo
presidente electo Abu Rabbuh Mansur Hadi tampoco fue capaz de frenarles por lo
que para el 21 de septiembre de 2014 ya habían llegado a Saná y en enero de
este año lograron rodear el Palacio Presidencial y otros edificios oficiales.
Tras el arresto domiciliario del Presidente y los ministros, por fin, los Hutís
se sintieron lo suficientemente fuertes como para tomar el control del gobierno
el 6 de febrero, disolver el parlamento y declarar que su Comité Revolucionario
ejercería las funciones ejecutivas en el país mientras establecían un consejo
con 551 personas para reemplazar al Parlamento.
Mientras
los Hutis van consolidando su poder en el país mediante la implantación de
severos controles de seguridad, a la espera de que la Comunidad Internacional
les reconozca, en Yemen se dirime una guerra interna que parece encerrada en un
círculo vicioso.
Por
una parte, la mayoría de la población yemení es sunnita mientras que los Hutis
son chíitas. Arabia Saudita y los países del Golfo, comparten frontera e
interés en mantener a Yemen pacificado al tiempo que desean contrarrestar la
influencia iraní sobre los Hutís, por lo que no parece que vayan a permanecer
neutrales en este conflicto.
Por
otra parte, los Hutís están desarrollando una campaña de caza y captura de los
miembros de Al Qaeda que han hecho de Yemen uno de sus bastiones más
importantes. Algunos expertos opinan que la lucha que los Hutís mantienen con
los salafistas y, por extensión, con los seguidores de Al Qaeda y la
intervención del Presidente Hadi para frenar su enfrentamiento, logrando que
los salafistas abandonaran la gobernación de Saada ha sido lo que ha dado alas a los Hutis.
Así
mismo, la población yemení, pese a que rechaza el golpe de estado reconoce la
incapacidad del gobierno de Hadi para iniciar los cambios y mejoras que el país
precisa para salir adelante por lo que no parece que vaya a movilizarse, al
menos, a corto plazo contra los Hutis.
Por
último, es preciso ver cómo reaccionarán las provincias sureñas que mantuvieron
una larga guerra civil con el norte y en las que se encuentran, los cada vez
más menguantes yacimientos de combustible, única fuente de ingresos del país.
De momento, parece que están a la expectativa de cómo evolucionan los
acontecimientos, pero, no puede descartarse la intervención Huti, a quienes les
vendría muy bien controlar el petróleo y la costa sur del país.
Con
algún interés estratégico, con antecedentes como sede de Al Qaeda, con pocos
recursos petrolíferos y sin ningún valor económico, Yemen parece condenado a
vivir la enésima guerra civil que abocará aún más a una mayor pobreza e
injusticia social, precisamente, las causas de todos los levantamientos hasta
la fecha. Realmente, Yemen, es la última frontera para la esperanza.
[1] En español debería transcribirse como "Huzi" pero en este artículo mantendremos la transcripción inglesa para no confundir al lector. El movimiento Houthi comenzó como la Juventud Creyente (JC), fue fundado en
1992 en la Gobernación de Saada por un miembro de la familia Houthi. No sé sabe
a ciencia cierta si fue por Muhammad al-Houthi o por su hermano Hussein
al-Houthi. La Gobernación de Saada se encuentra en el extremo noroccidental de
Yemen y es fronteriza con Arabia Saudita.
[2]
La relación de los Hutís con Saleh siempre han sido ambiguas, así, si por una
parte, desde 2004 a 2010 se desarrollaron seis campañas bélicas, el anterior presidente
no dudó en aliarse con ellos para hacer frente a sus oponentes políticos, así
que no es de extrañar que, ante la posibilidad de que los Hutís llegaran al
poder, Saleh los ayudara.
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