Fuente: Wikipedia. |
Cuenta el Antiguo Testamento que, hubo una época en la que,
en esta tierra, se cultivaban las especias más valiosas de la tierra y que su
reina, la hermosa Saba, cautivó al rey más
poderoso y sabio, el judío Salomón. Cuentan las crónicas que los jardines de Mahrib,
la capital de Saba competían en belleza con los que hubo una vez en Babilonia y
que, la mítica región de Hadramaut se enfrentó al
reino de Saba contra el que perdió, lo que le obligó a explotar sus recursos
naturales para sobrevivir. Conquistados y unificados los reinos del sur de la
Península Arábiga por el rey Shammar Yuha
en el 300, nunca recobrarían su grandeza, ya que, desde entonces, el territorio
que hoy conocemos como Yemen, se vio sometido a los sucesivos vasallajes de las
diferentes civilizaciones invasoras: los califatos árabes musulmanes a partir
del 630, el Imperio Otomano, el Persa, los sauditas, Gran Bretaña…
Una convulsa historia que, tras la Primera Guerra Mundial y
la teórica independencia de 1926, tendría su traslado en la fragmentación del
territorio, la región de Asir para Arabia Saudita y Adén bajo el protectorado
británico. En 1937, se consolidaría la colonia británica sobre Adén
y un protectorado occidental y otro oriental. En 1962, tras el derrocamiento
del rey de la zona norte en 1962, se estableció la República
Árabe del Yemen. Al poco tiempo se iniciaría la primera
guerra civil en el país, entre los nacionalistas que seguían la ideología de
Nasser y los leales al rey Mohamed al Bader,
a quien los primeros habían depuesto. Este enfrentamiento duró hasta 1970.
Mientras,
en el sur, las diferentes regiones se levantaron contra el protectorado
británico en 1963, logrando que éstos abandonaran definitivamente Adén en 1967.
Ese año, el sur de Yemen, declararía su independencia con el nombre de la República
Popular del Sur de Yemen, nombre que cambiaría, dos años
después, con la llegada de los marxistas, por el de la República
Popular Democrática del Yemen.
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Pese
a las guerras civiles que vivían la República Árabe del
Yemen,
es decir, Yemen del Norte y la República Popular Democrática del Yemen, o lo
que es lo mismo, Yemen del Sur en sus territorios, las relaciones entre los dos
países fueron amigables hasta que un conflicto fronterizo en 1972 provocó el
inicio de hostilidades entre ambos. En 1979 se logró llegar a un acuerdo de
reunificación que, sin embargo, no cristalizaría hasta el 22 de mayo de 1990,
la misma fecha en la que el Teniente Coronel Ali Abdullah Saleh accedió a la presidencia del Yemen[1].
Una
reunificación que, sin embargo, se vio interrumpida hasta 1994 hasta que el norte impuso su dominio sobre el sur.
En
este contexto de inestabilidad estructural, y difícil, cuando no imposible
control total del territorio por las fuerzas militares, de
influencia de los movimientos políticos y sociales de la Península Arábiga y el Cuerno de África, y la llegada de trabajadores y refugiados, Yemen se
convirtió en el terreno ideal para el asentamiento de campos de entrenamiento
de células terroristas[2].
Inmersos en sus enfrentamientos internos, los yemeníes estaban lo suficientemente distraídos
o se sentían incapacitados o, quizás, simpatizantes con su ideario, no se ocuparon de lo que sucedía en lugares remotos y de difícil
acceso. Así, el embrión de Al Qaeda, fundado en 1984 por Osama bin Laden
y Abdullah Azzam bajo el nombre de “Oficinas de Servicio” en Peshawar, Pakistán,
no tardaría en trasladarse al Yemen.
Aunque
ya se habían producido atentados con anterioridad tanto en el Yemen como fuera
del país con terroristas entrenados en su territorio, se cree que, en 1998
apareció un factor de agravamiento exponencial con la insurgencia de Al Qaeda.
Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, este país fue elevado a la
categoría de foco terrorista para el resto de la Comunidad Internacional.
Con
casi ningún otro recurso que los magros ingresos obtenidos de la explotación de
algunos yacimientos de petróleo en el sur del país, con una pobreza endémica, con
una corrupción rampante, con una opresión política y social terrible, tras el
inicio de la protestas del pueblo tunecino, los yemenitas comenzaron a salir a
la calle en enero de 2011. Lejos de lograr que las manifestaciones cesaran, su
brutal represión y la negativa del presidente Saleh de abandonar el poder y
convocar unas elecciones democráticas, provocaron que los opositores iniciaran
una insurrección que apoyaría la federación tribal Hashid,
una de las más poderosas del país. Pese al grave atentado contra la vida del
presidente Saleh en junio de ese año, el gobierno se mantuvo firme en su
negativa a negociar con la oposición y sólo la mediación de Arabia Saudita y el
Consejo de Cooperación del Golfo lograrían que se llegara a un acuerdo por el cual Saleh renunció al poder a cambio de inmunidad.
La
elección de Abdu Rabbo Mansur al Hadi, el 21 de febrero de 2012 y la promesa
de cambios constitucionales y mejoras económicas apaciguaron los ánimos durante
un tiempo, hasta que se hizo evidente que nada cambiaba en el país y que la
represión volvía a cobrar virulencia.
Mientras
tenían lugar estos acontecimientos, en la zona norte del país, fronteriza con
Arabia Saudita, seguía dirimiéndose un levantamiento tribal por parte de los Houthis[3],
pertenecientes a la secta Zaidi,
una variante chiíta, afín a Irán y, contraria a la sunnita mayoritaria en la
Península Arábiga. La insurrección Houthi ya se había iniciado en 2004[4] y
siguió activa hasta que en agosto de 2014 se recrudeció por las protestas de
los miembros de esta tribu contra la reducción de los subsidios al combustible.
Como
ya comenté en un artículo anterior de este blog, los houthis defienden que sus
acciones son para luchar contra la expansión del salafismo en Yemen y por la
defensa de su comunidad frente a la discriminación generalizada que sufren desde
el gobierno central. Los houthis colaboraron con la Revolución Yemení de 2011 y
formaron parte de la Conferencia Nacional para el Diálogo pero, al mismo
tiempo, aprovecharon la inestabilidad del país para ir haciéndose con
territorio. Así, se apoderaron de su gobernación de origen, Saada y después las
vecinas Jawf y Hajjah.
El
21 de septiembre de 2014 los Houthis se hicieron con el control de la capital y
para enero de este año, tras un ataque al complejo presidencial, el Presidente
Hadi y su gabinete dimitió en pleno. El avance Houthi ha sido tan espectacular que los vecinos temerosos de un vuelco en la situación han decidido actuar.
Así, con
la excusa de que los Houthis se habían hecho con el poder de manera ilegal en
el país, - cuestión que es cierta -, una coalición internacional liderada por
Arabia Saudita inició una campaña de bombardeos en marzo de 2015, con el
original nombre de “Operación tormenta decisiva”.
Obviamente, a Arabia Saudita lo que, de verdad, le interesa no es que los
yemeníes restauren su democracia, sino que el gobierno que
dirija al país, sea estable y sunni. Arabia Saudita, como custodia de los
lugares santos del Islam, aspirante a encabezar la comunidad musulmana del
mundo, no puede aceptar que su máximo rival Irán, logre establecer un gobierno
chiíta en Sanaa.
Yemen
se ha convertido así, en el nuevo campo de batalla entre sunníes y chíitas,
entre tribus rivales del norte y del sur, entre el desestructurado gobierno
oficial y las diversas facciones terroristas islamistas que se han hecho fuertes
en el sudoeste del poder, - entre otras, Al Qaeda de la
Península Arábiga y Ansar al Sharia -, y entre las
diversas facciones terroristas también.
Yemen,
esa entelequia de frágil cohesión durante las dos últimas décadas, la última frontera
de Oriente Próximo, ahora sólo es la sombra de un proyecto al que la Comunidad Internacional no quiere ni mirar: un Yemen deconstruido.
[1] Tras una carrera
política en el partido del Congreso General del Pueblo, del cual era presidente
desde 1982.
[2] http://www.terrorismanalysts.com/pt/index.php/pot/article/view/292/html
[3]
En español debería transcribirse como
"Huzi" pero en este artículo mantendremos la transcripción inglesa
para no confundir al lector. El movimiento Houthi
comenzó como la Juventud Creyente (JC), fue fundado en 1992 en la Gobernación
de Saada por un miembro de la familia Houthi. No sé sabe a ciencia cierta si
fue por Muhammad al-Houthi o por su hermano Hussein al-Houthi. La Gobernación
de Saada se encuentra en el extremo noroccidental de Yemen y es fronteriza con
Arabia Saudita.
[4]
La relación de los Hutís con Saleh siempre han sido ambiguas, así, si por una
parte, desde 2004 a 2010 se desarrollaron seis campañas bélicas, el anterior
presidente no dudó en aliarse con ellos para hacer frente a sus oponentes
políticos, así que no es de extrañar que, ante la posibilidad de que los Hutís
llegaran al poder, Saleh los ayudara.
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