EGIPTO
EN LA ENCRUCIJADA.
El 11 de abril
de 2008 publicaba en la Voz
de Galicia un artículo con el premonitorio título de “El Volcán Egipcio” [1]
en el que argumentaba que el incontrolado crecimiento demográfico, la mala
gestión de los escasos recursos agrícolas que habían favorecido el cultivo del
algodón para alimentar la potente industria textil del país habían creado un
núcleo de descontento social gigantesco que amenazaba con explotar en cualquier
momento. Con un 20% de la población egipcia viviendo literalmente bajo el umbral
de la pobreza y más de la mitad con una renta diaria no superior a los 2
dólares era cuestión de tiempo que se produjera un gran estallido.
Y
el estallido tuvo lugar, apenas tres años después de mi artículo, incitado por
las manifestaciones sociales de otro de los grandes países del Magreb, Túnez,
tras la autoinmolación de Mohamed Bouazizi en diciembre de 2010. Las causas
eran y son comunes a la mayoría, por no decir, todos, los países del Magreb –
Norte de África – y Oriente Próximo: las dictaduras, la corrupción, el
nepotismo, la injusticia social, la falta de derechos y libertades, la pobreza,
la crisis económica, etc.
Las protestas en Egipto que lograron el derrocamiento del dictador
Hosni Mubarak tuvieron una repercusión excepcional y prolongada en los países
del entorno y han hecho saltar las alarmas de todo el mundo de una manera
especial. ¿Por qué? En el país de las pirámides no hay yacimientos de petróleo,
su agricultura, como hemos indicado, es deficitaria y su industria testimonial.
No es una potencia económica pero, sin embargo, sigue marcando el ritmo de lo
que los anglosajones denominan MENA (Middle East and North Africa – Oriente
Medio y Norte de África).
Y es que,
Egipto debe su relevancia a su propia situación y a su propia esencia. Es un
país con una historia milenaria, ubicado en la ribera sur del Mar Mediterráneo,
es decir, a un tiro de piedra de Europa, estratégicamente posicionado, al ser
puente geográfico entre África y Asia y, en cuyo territorio se encuentra el
imprescindible Canal de Suez. Pero, es que, además, en su seno han nacido los
movimientos sociales y políticos más importantes de la historia del siglo XX y
XXI de su entorno.
Los ahora
famosos, “Hermanos Musulmanes” fueron fundados por el maestro egipcio Hassan al
Bana (1906 – 1949) en Ismailia, en 1928. Uno de los ideólogos más importantes
del Islam político – belicoso es Said Qutub (1906 – 1966), también egipcio y
miembro de la organización. De sus teorías bebería el médico egipcio Ayman
Zawahiri (1951) quien a su vez influiría en Osama Ben Laden (1957 – 2011)
creador de la gran red terrorista islamista “Al Qaeda”. Una de las
organizaciones terroristas más sangrientas del último tercio del siglo XX es
Gama’a al Islamya también de origen egipcio.
Por contrapartida,
el inicio del “nacionalismo árabe” se debe a la actuación del General Mohamed
Neguib (1901 – 1984) – Primer Presidente de Egipto – y al gran líder árabe – el
Coronel Gamal Abdel Nasser (1918 – 1970).
Muchos de los
escritores en lengua árabe más influyentes son egipcios, desde el premio nóbel
de literatura Naguib Mahfuz (1911 – 2006) – víctima de un atentado terrorista
islamista en 1994 -, pasando por Taha Hussein (1889 – 1973) o la gran ensayista
feminista Nawal Saadawi (1931). La cantante más famosa en la historia contemporánea
del mundo árabe es Um Kalthum (1904 – 1975) y además del muy conocido Omar
Sharif (1932), muchos de los actores y actrices más importantes en lengua árabe
son egipcios, como el cómico Adel Imam (1940) – el cantinflas egipcio - también
perseguido por el régimen de Mubarak.
En resumen,
Egipto y los egipcios marcan tendencias que pueden ser decisivas para el
devenir de los países de su entorno. El fracaso del movimiento islamista
egipcio, aún cuando su llegada al poder se llevara a cabo siguiendo las
formalidades de una democracia - con graves irregularidades producto de la
premura que exigía el levantamiento social – el golpe de estado de este mes puede
dar la puntilla al islamismo político, de ahí su rebelión.
Financiados
por Arabia Saudita y, últimamente, por Qatar, países que buscan ganar
influencia en el entorno árabe – musulmán, los Hermanos Musulmanes se erigían
en punta de lanza de una revolución islámica sunnita – frente a la chiíta
de Irán - en lo que ellos consideran su
lugar natural. Sin embargo, el estrato socio – económico de la mayoría de sus
integrantes, integrado, por una parte, las capas de población más pobres y peor educadas
y, por otra, por los universitarios que en las décadas de los setenta y ochenta se
rebelaron contra la opresión de la dictadura militar, el fracaso árabe ante el
conflicto palestino – judío, y la decadencia del espíritu nacionalista buscando
una alternativa ideológica en lo que consideraban el único aglutinador
intemporal, el Islam, y que proceden también de las castas más humildes no son ni
representan a la mayoría de la población. Pese a sus títulos
universitarios carecen de experiencia de gestión y los principios islámicos que
les gobiernan, muchas veces arbitrarios y contrarios al sentido común, impiden
que avancen de manera racional inhabilitándoles para el gobierno por su falta de flexibilidad.
La victoria
electoral de los islamistas, la coalición formada por los Hermanos Musulmanes y
los partidos salafistas, que les permitió obtener el 60% de los votos no se
corresponde en absoluto con la realidad social de los egipcios. Para empezar,
un 10% de los egipcios son coptos, y, al menos, la mitad de la población pese a
considerarse musulmanes practicantes abogan por un gobierno laico. La conclusión
que se extrae es que el gobierno, pese a tener el respaldo de las urnas no
tiene el real de la población y ello, junto con su nefasta gestión que ha
agravado la terrible crisis económica, el posicionamiento de sus fieles
musulmanes en todos los puestos claves, estuvieran o no preparados para
desempeñar los cargos y la paulatina islamización han vuelto a echar a las
calles a los egipcios que ni les votaron, ni les quieren y que, tampoco ya les
tienen miedo.
La
polarización social y la violencia que los choques entre partidarios de uno y
otro signo, amenazaba con derivar en una guerra civil – algo todavía posible –
así que el ejército, privilegiado y necesitado de estabilidad para seguir
disfrutando del “status quo” se “dejó convencer” para intervenir expulsando a
Morsi y sus acólitos e instaurando un gobierno de transición para reconducir el
proceso democrático de manera ordenada. Obviamente, los fieles de los Hermanos
Musulmanes se aferran a la legitimidad de las urnas y tienen razón, sin
embargo, la historia de los países no siempre se escribe con renglones de
rectitud legal sino con los torcidos de las circunstancias. Veremos si los que
se están redactando en Egipto consiguen recuperar la senda democrática que
lleve a la recuperación económica y a un nuevo rumbo a todos sus vecinos o retroceden a los tiempos más oscuros de una nueva Edad Media musulmana.
Es de agradecer una opinión tan documentada, independiente y ponderada sobre la situación en Egipto como la suya. Los antecedentes y los arraigos sociales, religiosos y culturales son muy desconocidos y a menudo malinterpretados si no manipulados.
ResponderEliminarPienso que una aproximación a través de la literatura y los artículos de escritores egipcios contemporáneos, como por ejemplo Alaa Al Aswany entre otros que Vd menciona, puede complementar o incluso facilitar la comprensión de las aproximaciones históricas y antropológicas.
Quizá pueda Vd facilitarnos una recomendación comentada de literatura en esa dirección, y no solo para Egipto, sino también para las otras áreas de la zona de las que tenemos tanto desconocimiento y exceso de mala información.
Muchas gracias por su interés y sus amables palabras. Siempre es una satisfacción comprobar que el granito de arena que se pretende aportar para aclarar situaciones y eliminar tópicos tiene una recepción tan buena.
ResponderEliminarAunque pueda dar la impresión de hacer autopublicidad, creo que mi ensayo titulado, "El despertar árabe: ¿sueño o pesadilla? Claves históricas, ideológicas y sociales." editado por la Universidad de Santiago de Compostela podría servir de referencia. En él incluyo una bibliografía y una relación de enlaces de internet que considero pueden ser un buen comienzo para profundizar en el tema. Aunque la promoción del mismo no la iniciaremos hasta septiembre, el libro ya está a la venta en internet, a través, por ejemplo, de la editorial Distriforma.
Otro libro interesante es el del político tunecino, Moncef Marzouki, titulado, "El mal árabe. Entre las dictaduras y los integrismos. La democracia prohibida".
Un saludo cordial.
Gracias por sus recomendaciones. Las seguiré con interés.
ResponderEliminarNo dude en sugerir, si lo estima conveniente, otras referencias en inglés o francés si no están disponibles en Español.
Saludos