viernes, 12 de julio de 2013

 EGIPTO EN LA ENCRUCIJADA.


El 11 de abril de 2008 publicaba en la Voz de Galicia un artículo con el premonitorio título de “El Volcán Egipcio” [1] en el que argumentaba que el incontrolado crecimiento demográfico, la mala gestión de los escasos recursos agrícolas que habían favorecido el cultivo del algodón para alimentar la potente industria textil del país habían creado un núcleo de descontento social gigantesco que amenazaba con explotar en cualquier momento. Con un 20% de la población egipcia viviendo literalmente bajo el umbral de la pobreza y más de la mitad con una renta diaria no superior a los 2 dólares era cuestión de tiempo que se produjera un gran estallido.

            Y el estallido tuvo lugar, apenas tres años después de mi artículo, incitado por las manifestaciones sociales de otro de los grandes países del Magreb, Túnez, tras la autoinmolación de Mohamed Bouazizi en diciembre de 2010. Las causas eran y son comunes a la mayoría, por no decir, todos, los países del Magreb – Norte de África – y Oriente Próximo: las dictaduras, la corrupción, el nepotismo, la injusticia social, la falta de derechos y libertades, la pobreza, la crisis económica, etc.

            Las protestas en Egipto que lograron el derrocamiento del dictador Hosni Mubarak tuvieron una repercusión excepcional y prolongada en los países del entorno y han hecho saltar las alarmas de todo el mundo de una manera especial. ¿Por qué? En el país de las pirámides no hay yacimientos de petróleo, su agricultura, como hemos indicado, es deficitaria y su industria testimonial. No es una potencia económica pero, sin embargo, sigue marcando el ritmo de lo que los anglosajones denominan MENA (Middle East and North Africa – Oriente Medio y Norte de África).

Y es que, Egipto debe su relevancia a su propia situación y a su propia esencia. Es un país con una historia milenaria, ubicado en la ribera sur del Mar Mediterráneo, es decir, a un tiro de piedra de Europa, estratégicamente posicionado, al ser puente geográfico entre África y Asia y, en cuyo territorio se encuentra el imprescindible Canal de Suez. Pero, es que, además, en su seno han nacido los movimientos sociales y políticos más importantes de la historia del siglo XX y XXI de su entorno.

Los ahora famosos, “Hermanos Musulmanes” fueron fundados por el maestro egipcio Hassan al Bana (1906 – 1949) en Ismailia, en 1928. Uno de los ideólogos más importantes del Islam político – belicoso es Said Qutub (1906 – 1966), también egipcio y miembro de la organización. De sus teorías bebería el médico egipcio Ayman Zawahiri (1951) quien a su vez influiría en Osama Ben Laden (1957 – 2011) creador de la gran red terrorista islamista “Al Qaeda”. Una de las organizaciones terroristas más sangrientas del último tercio del siglo XX es Gama’a al Islamya también de origen egipcio.

Por contrapartida, el inicio del “nacionalismo árabe” se debe a la actuación del General Mohamed Neguib (1901 – 1984) – Primer Presidente de Egipto – y al gran líder árabe – el Coronel Gamal Abdel Nasser (1918 – 1970).

Muchos de los escritores en lengua árabe más influyentes son egipcios, desde el premio nóbel de literatura Naguib Mahfuz (1911 – 2006) – víctima de un atentado terrorista islamista en 1994 -, pasando por Taha Hussein (1889 – 1973) o la gran ensayista feminista Nawal Saadawi (1931). La cantante más famosa en la historia contemporánea del mundo árabe es Um Kalthum (1904 – 1975) y además del muy conocido Omar Sharif (1932), muchos de los actores y actrices más importantes en lengua árabe son egipcios, como el cómico Adel Imam (1940) – el cantinflas egipcio - también perseguido por el régimen de Mubarak.

En resumen, Egipto y los egipcios marcan tendencias que pueden ser decisivas para el devenir de los países de su entorno. El fracaso del movimiento islamista egipcio, aún cuando su llegada al poder se llevara a cabo siguiendo las formalidades de una democracia - con graves irregularidades producto de la premura que exigía el levantamiento social – el golpe de estado de este mes puede dar la puntilla al islamismo político, de ahí su rebelión.

Financiados por Arabia Saudita y, últimamente, por Qatar, países que buscan ganar influencia en el entorno árabe – musulmán, los Hermanos Musulmanes se erigían en punta de lanza de una revolución islámica sunnita – frente a la chiíta de Irán - en lo que ellos consideran su lugar natural. Sin embargo, el estrato socio – económico de la mayoría de sus integrantes, integrado, por una parte, las capas de población más pobres y peor educadas y, por otra, por los universitarios que en las décadas de los setenta y ochenta se rebelaron contra la opresión de la dictadura militar, el fracaso árabe ante el conflicto palestino – judío, y la decadencia del espíritu nacionalista buscando una alternativa ideológica en lo que consideraban el único aglutinador intemporal, el Islam,  y que proceden también de las castas más humildes no son ni representan a la mayoría de la población. Pese a sus títulos universitarios carecen de experiencia de gestión y los principios islámicos que les gobiernan, muchas veces arbitrarios y contrarios al sentido común, impiden que avancen de manera racional inhabilitándoles para el gobierno por su falta de flexibilidad.

La victoria electoral de los islamistas, la coalición formada por los Hermanos Musulmanes y los partidos salafistas, que les permitió obtener el 60% de los votos no se corresponde en absoluto con la realidad social de los egipcios. Para empezar, un 10% de los egipcios son coptos, y, al menos, la mitad de la población pese a considerarse musulmanes practicantes abogan por un gobierno laico. La conclusión que se extrae es que el gobierno, pese a tener el respaldo de las urnas no tiene el real de la población y ello, junto con su nefasta gestión que ha agravado la terrible crisis económica, el posicionamiento de sus fieles musulmanes en todos los puestos claves, estuvieran o no preparados para desempeñar los cargos y la paulatina islamización han vuelto a echar a las calles a los egipcios que ni les votaron, ni les quieren y que, tampoco ya les tienen miedo.

La polarización social y la violencia que los choques entre partidarios de uno y otro signo, amenazaba con derivar en una guerra civil – algo todavía posible – así que el ejército, privilegiado y necesitado de estabilidad para seguir disfrutando del “status quo” se “dejó convencer” para intervenir expulsando a Morsi y sus acólitos e instaurando un gobierno de transición para reconducir el proceso democrático de manera ordenada. Obviamente, los fieles de los Hermanos Musulmanes se aferran a la legitimidad de las urnas y tienen razón, sin embargo, la historia de los países no siempre se escribe con renglones de rectitud legal sino con los torcidos de las circunstancias. Veremos si los que se están redactando en Egipto consiguen recuperar la senda democrática que lleve a la recuperación económica y a un nuevo rumbo a todos sus vecinos o retroceden a los tiempos más oscuros de una nueva Edad Media musulmana.


3 comentarios:

  1. Es de agradecer una opinión tan documentada, independiente y ponderada sobre la situación en Egipto como la suya. Los antecedentes y los arraigos sociales, religiosos y culturales son muy desconocidos y a menudo malinterpretados si no manipulados.

    Pienso que una aproximación a través de la literatura y los artículos de escritores egipcios contemporáneos, como por ejemplo Alaa Al Aswany entre otros que Vd menciona, puede complementar o incluso facilitar la comprensión de las aproximaciones históricas y antropológicas.

    Quizá pueda Vd facilitarnos una recomendación comentada de literatura en esa dirección, y no solo para Egipto, sino también para las otras áreas de la zona de las que tenemos tanto desconocimiento y exceso de mala información.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por su interés y sus amables palabras. Siempre es una satisfacción comprobar que el granito de arena que se pretende aportar para aclarar situaciones y eliminar tópicos tiene una recepción tan buena.

    Aunque pueda dar la impresión de hacer autopublicidad, creo que mi ensayo titulado, "El despertar árabe: ¿sueño o pesadilla? Claves históricas, ideológicas y sociales." editado por la Universidad de Santiago de Compostela podría servir de referencia. En él incluyo una bibliografía y una relación de enlaces de internet que considero pueden ser un buen comienzo para profundizar en el tema. Aunque la promoción del mismo no la iniciaremos hasta septiembre, el libro ya está a la venta en internet, a través, por ejemplo, de la editorial Distriforma.

    Otro libro interesante es el del político tunecino, Moncef Marzouki, titulado, "El mal árabe. Entre las dictaduras y los integrismos. La democracia prohibida".

    Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
  3. Gracias por sus recomendaciones. Las seguiré con interés.

    No dude en sugerir, si lo estima conveniente, otras referencias en inglés o francés si no están disponibles en Español.

    Saludos

    ResponderEliminar